28/5/10

yerma

Ahora que estoy en la facultad, me pasa que en un salón lleno de gente desconocida, aquella (poca) que sí conozco, parecen tener un aura propio. Parecen iluminados, o sus ropas son llamativas a mis ojos. Qué lindo sentimiento, además porque esa limitada cantidad de personas, se han apoderado irrevocablemente de mi corazón de una manera muy extraña y en muy poco tiempo. Qué bien se siente no estar tan solo. Me gusta esa luz, me fascina, me atrapa. Sigo escuchando a de Diego; tenía que escribir este pensamiento. Ah! Me sonríe y me estupidiza (lo acaba de hacer).
Hasta nuevo aviso.