4/8/08
Realidad.
En el ínterin, el corazón se contrae, transpiran las manos y el mal humor crece. Lo miras, desvías la mirada, lo volves a mirar, haces otra cosa (pero siempre pensando en el porqué de tu ansiedad y nerviosidad), dejas eso, lo volves a mirar y cuando ya la espera te mata, lo abrís (sabiendo anticipadamente que no hay nada, pero buscando algo de positividad y ¿quien dice? sorpresa tal vez), pero no, no hay absolutamente nada; la misma foto, esa sonrisita tierna, la fecha, la hora, la campanita amarilla tan odiada, la nota musical tachada, la marca, la poca batería, la abundante señal, la manito de ella tocando mi boca y la amargura. El orgullo pudo más y con toda la bronca, una se duerme escuchando canciones tristes (perfectas para la ocasión), maldeciendo internamente al hijo de puta que te hace sentir así. Será de Dios, ¿Porqué le tocó nacer mujer? La pobre se levanta la mañana siguiente sin esa respuesta interior, se hace un té y todo el mundo se puede matar.
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