Pensas que sabés lo que es extrañar. Pensás. Extrañás. Y de repente (no tan así, no tan asá, la vida te da sus momentos, qué momentos te da la vida) vacío. Horrible vacío, un pozo hondo en algún lugar recóndito de tu ser, de tu cuerpo, ¿de tu alma? que está vaciado. Lo han saqueado. Es la angustia que viene de la mano con el sentimiento de extrañar. Es tan grande que sentís que ese vacío muta a una presión en tu pecho, lo cual parece que estás a punto de explotar. Como una bomba. Bum. Pero no encontrás el detonante. Porque no sabés qué método aplicar a tu estado. 'Llorá que eso te descarga'. La gente no sabe nada.
Necesito ver(lo) en todos lados, en cada rincón, en cada foto.
Y la gente no sabe nada.
Tampoco pretendo que sepan.
Pero, pero.
Un segundo para cambiar todo, dos palabras para suspirar sin necesidad de ahogarme, tres maneras de verte, y un sin fin de abrazos de oso.
Te extraño, eso es todo.